Artículo nº 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
"Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a
igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección
contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda
provocación a tal discriminación."
Día 1:
Hoy he empezado a escribir mi diario porque me estoy sintiendo muy sola;
como si no hubiera más almas en este mundo: soy intocable. Los
intocables son aquellos a los que, por nacimiento, la ley margina.
Son aquellas personas a las que la ley no les proporciona ningún tipo
de protección. Esta discriminación afecta a muchas familias con
antepasados intocables, pero en mi caso es porque toco sangre humana contínuamente,
ya que mi oficio es ser “comadrona”. Soy comadrona desde los 20
años, ahora tengo 40 y, en mi longeva vida, he visto de todo: desde
la desesperación de una madre abandonando a su hijo, hasta el peor
sacrificio:el del humano.
Hoy,
me encontraba paseando junto a un largo pero estrecho río de agua
contaminada por la sangre de los niños sacrificados. Me he fijado en
la orilla, debajo del puente, en un pequeño bulto tapado por una
gran cantidad de arapos viejos a observar más cerca, y he visto que
se trataba de una niña de no más de 4 meses. Rápidamente, he ido a
recogerla, para que entre tanto trapo, no se ahogara. Al recogerla, me
he dirigido hacia mi humilde morada. No tiene más de 5 metros
cuadrados, pero es acogedor.
Día
2:
Hoy
me
he despertado por culpa de unos fuertes golpes en la puerta. Al
mirar por la mirilla he visto a dos comisarios del estado de
“Orissa”. He escondido a la niña, para que no la encuentren y me
separen de ella. He abierto la puerta y me han comunicado que por ser
intocable me van a desahuciar. El desahucio es posible si estoy en
un barrio lleno de personas no intocables. En ese instante la pequeña
se ha puesto a llorar y los comisarios han entrado y me han separado
de ella: me la han quitado. Me han llevado a la comisaria por violar
la ley. Me han condenado a 20 años de trabajos forzados. Esto significa
que no
tendré este diario en mano. Aparte de estas cosas, me han prohibido
el paso a muchos lugares a los que antes podía ir. Por culpa de la
marginación a los INTOCABLES, me han privado de muchas maravillosas
cosas. Este diario es una de ellas; va a llegar a su fin.
Es
hora de despedirme para siempre.
Adiós...
Miren Belaustegi, Ander Gámez, Igor López, Izaro Petralanda.